Sunday, May 13, 2007

Por muchos siglos,

los monjes de todo el mundo, estuvieron practicando el observador. Lo pueden haber llamado el espectador, pero no lo era. El espectador es algo totalmente diferente, cualitativamente diferente. Al observador se lo puede practicar, cultivar; podés llegar a ser un mejor observador con la práctica.
El científico observa, el místico presencia. Todo el proceso científico es el de la observación: muy
penetrante, aguda, cortante, como para que no se pueda escapar nada. Pero el científico no llega a conocer a Dios. Aunque su observación sea muy, muy experta, permanece inconsciente de Dios; nunca se tropieza con Dios; al contrario, niega que exista, porque cuanto más observa -y todo su proceso es de observación-, más se separa de la existencia, se cortan los puentes y se levantan los muros. Se queda aprisionado en su propio ego.

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