Tuesday, May 08, 2007

VOS NO SOS TUS EXPERIENCIAS

Una de las cosas más fundamentales que hay que tener presente -no solo vos , sino todos- es que vos no sos nada de lo que te puedas llegar a cruzar en tu viaje interno.
Vos sos el que lo presencia -puede no ser nada, puede ser felicidad, puede ser silencio. Pero hay que acordarse de algo: por más bella y encantadora que sea la experiencia que encuentres, vos no sos nada de eso.
Vos sos el que lo está experimentando y seguís y seguís y seguís hasta el final del viaje, donde ya no quedan experiencias -ni silencio, ni alegría, ni nada. Ya no hay objetos para vos; solamente tu subjetividad.
El espejo está vacío; no refleja nada. Ese sos vos.
Incluso grandes viajeros de la interioridad se quedaron detenidos en bellas experiencias y se identificaron con ellas pensando:
“Me encontré a mí mismo”.
Se detuvieron antes de llegar a la etapa final donde desaparecen todas las experiencias.
La iluminación no es una experiencia. Es el estado en el que te quedás absolutamente solo, sin nada que saber. No hay ningún objeto por más bello que sea. Recién en ese momento, tu conciencia, que no está obstruida por ningún objeto, vuelve a su fuente; llega a ser auto-realización; llega a ser iluminación.
Tengo que recordarte la palabra ‘objeto’. Cada objeto significa un impedimento. El significado mismo de la palabra es impedimento, objeción.
Entonces, el objeto puede estar fuera de vos, en el mundo material; el objeto puede estar adentro tuyo, en tu mundo psicológico; los objetos pueden estar en tu corazón, en tus sentimientos, en tus estados de ánimo.
Y los objetos pueden estar incluso en tu mundo espiritual. Y son tan extáticos que uno no puede imaginarse que puede haber más. Y muchos místicos del mundo se detuvieron en el éxtasis, que es un bello lugar, un lugar pintoresco, pero todavía no llegaron a casa.
Cuando llegás a un punto donde las experiencias están ausentes, entonces no hay objeto, entonces la conciencia sin obstáculos se mueve en un círculo -en la existencia todo se mueve en círculos, si no se lo bloquea- , viene de la fuente misma de tu ser y da una vuelta. Al no encontrar obstáculos -ni experiencias, ni objetos- vuelve. Y el sujeto mismo se convierte en objeto.
Eso es lo que J. Krishnamurti estuvo diciendo toda su vida: cuando el observador se vuelve el observado, sabés que llegaste a casa. Antes de eso hay miles de cosas en el camino. El cuerpo da sus propias experiencias, que se llegaron a conocer como la experiencia de los centros del kundalini; los siete centros se convierten en siete flores de loto. Cada uno es más grande y más elevado que el anterior y su fragancia es intoxicante. La mente te da grandes espacios, ilimitados, infinitos; pero acordate de la máxima fundamental: todavía no llegaste a casa.