Thursday, May 10, 2007

EL OBSERVADOR NO ES EL TESTIGO

El observador y lo observado son solamente dos aspectos del testigo. Cuando uno desaparece en el otro, cuando uno se disuelve en el otro, cuando ya son uno, por primera vez surge el espectador en su totalidad.
Pero en muchas personas surge una pregunta porque creen que el espectador es el observador. En sus mentes, observador y espectador son sinónimos. Es una falacia; el observador no es el espectador, sino solamente una parte de él, y cada vez que la parte se cree el todo, surge el error.
El observador quiere decir lo subjetivo, y lo observado quiere decir lo objetivo: el observador quiere decir eso que está afuera de lo observado, lo observado quiere decir eso que está adentro. Lo de adentro y lo de afuera no pueden estar separados; están juntos, solamente pueden estar juntos. Cuando se experimenta este conjunto, o mejor dicho unidad, entonces surge el espectador.
No podés practicar ser el espectador; si lo intentás vas a ser solamente el observador, y el observador no es el espectador.
Entonces, ¿qué hay que hacer? Tenés que disolverte; tenés que fusionarte. Cuando veas una rosa, olvidate por completo que hay un objeto que se ve y un sujeto que ve. Dejá que la belleza del momento, que la alegría del momento los inunde a los dos, para que la rosa y vos no estén más separados, sino que se conviertan en un solo ritmo, en una sola canción, en un solo éxtasis.
Cuando ames, cuando sientas la música, cuando veas una puesta de sol, dejá que pase una y otra vez; cuanto más pase mejor, porque no es un arte sino un truco. Lo tenés que intuir; una vez que lo conseguiste, podés provocarlo en cualquier parte, en cualquier momento.