Sunday, May 27, 2007

Entonces

, para cualquier cosa que vaya a crear la mente, siempre elige uno. Si elige el silencio -si se hartó de todo el ruido que hay en la vida y decide estar en silencio- , entonces la mente va a ir a los Himalayas: quiere estar en silencio, no quiere tener nada que ver con ningún tipo de ruido. Hasta el canto de los pájaros le va a molestar, hasta la brisa que sopla entre los árboles le va a molestar. La mente quiere silencio; eligió la línea, entonces ahora va a tener que negar lo opuesto absolutamente.
Pero este hombre, viviendo en los Himalayas -buscando el silencio, evitando al otro, al opuesto- , va a ser un hombre muerto, verdaderamente apagado; y cuanto más elija el silencio, más se va a apagar -porque la vida necesita de su opuesto, del desafío de su opuesto.
Es un silencio diferente el que existe entre dos opuestos. El primero es un silencio muerto, el silencio del cementerio. Un muerto está en silencio, pero no te gustaría estar muerto. Un muerto está en absoluto silencio; nadie lo puede perturbar, su concentración es perfecta, no podés hacer nada que distraiga su atención; su mente está absolutamente fija. Incluso si todo el mundo a su alrededor se vuelve loco, él va a permanecer concentrado. Sin embargo, no quisieras estar muerto.