Monday, April 16, 2007

A la noche me vino a ver y dijo:
-“¡Esa fue una meditación peligrosa! ¡me pude haber matado o pude haber matado a otro!…¡pude haber destruido el auto y soy un gran amigo de Jayantibhai y jamás se me hubiera ocurrido!…aunque claro que esa idea debe haber estado en mí…En realidad, odiaba la idea de que siempre vinieras en su auto y que él tuviera un auto importado, pero no era algo conciente…¿y qué hacía arriba del árbol? Debería llevar mucha violencia en mí…Quería matarlos a todos…”
Esa meditación fue de una ayuda inmensa; la relajaba tanto a la gente que me decían:
“Parece como si me hubiese desaparecido una carga tremenda de mi cabeza…No estábamos conscientes de lo que llevábamos en la mente…”
Pero para tomar conciencia no había otra forma que la expresión ilimitada. Fue nada más que un pequeño experimento. Le dije a la gente que la siguieran, que pronto iban a alcanzar muchas otras cosas y que un día iban a llegar a un punto donde se agota todo; que se acuerden solamente de dos cosas: no interferir con nadie, no ser destructivo. Que pueden decir lo que quieran, gritar, insultar…y agotar todo lo que estuvieron coleccionando…
Pero este es un mundo extraño. El gobierno de Rajasthan sacó una resolución en su asamblea que prohibía los campamentos en Monte Abu porque se habían enterado de que pasaban todas estas cosas…-la gente, que está perfectamente bien, de
pronto se vuelve loca y empieza a hacer toda clase de cosas… -Pero los políticos de la asamblea no tienen ni la más mínima idea de la mente humana, de sus inhibiciones y de cómo drenarlas, cómo quemarlas…Tuve que parar esa meditación porque sino no me iban a dejar seguir con los campamentos en Monte Abu…