Friday, March 16, 2007

PRIMERO, ENTENDE LA TECNICA

Escuché una historia sobre un doctor anciano. Un día su ayudante lo llamó por teléfono porque tenía un gran problema: su paciente se iba a morir atragantado; tenía una bola de billar atascada en la garganta y el ayudante estaba perdido sin saber qué hacer. Entonces, le preguntó al doctor anciano:
- “¿Qué tengo que hacer ahora?”
El doctor le dijo:
-“Hacéle cosquillas con una pluma.”
Al rato, llama el asistente muy contento y le dice:
-“¡Tu tratamiento fue maravilloso! El paciente se empezó a reir y escupió la bola… pero, decime: ¿dónde aprendiste esa técnica tan notable?”
El doctor le dijo:
-“Acabo de inventarla. Mi lema siempre fue: ‘cuando no sepas qué hacer, hacé algo...’”.
Pero esto no va a servir con la meditación. Si no sabés qué hacer, no hagas nada. La mente es muy intrincada, compleja, delicada. Si no sabés qué hacer es mejor no hacer nada, porque cualquier cosa que hagas sin saber, va a crear más complicaciones que las que podés llegar a resolver. Hasta puede resultar fatal, hasta puede resultar suicida si no sabés nada de la mente -y la verdad es que no sabés nada de ella…-
Mente es una palabra nada más. Vos no conocés su complejidad. La mente es la cosa más compleja que existe; no hay nada que se le compare…y también es la más delicada; podés destruirla, podés hacer algo que después no se pueda deshacer...